Caminando por una calle, el hombre se encontró un papel. Tirado en el piso, el papel permanecia quieto, como esperando que alguien lo levantara.
Sin embargo ese papel le llamo poderosamente la atención, ese era el papel que el quería, el que deseaba, y mientras pensaba esto el hombre siguió caminando hacia el.
Sí, sin duda, ese es el pape que había buscado toda su vida.
Y el hombre daba sus pasos, pasos cortos, algunos largos y algunos muy largos, tanta era la emoción que lo embargaba, pero al acercarse cada vez más y más, se fue dando cuenta, ese papel no estaba en su camino, cada vez que se acercaba y lo podía ver mejor se daba cuenta de que no estaba por donde caminaba, ni siquiera cerca, sino a un par de metros, y para agarrarlo tenia que salir de su camino habitual, recorrer un camino que no conocía (aunque lo podía ver) y tomarlo...
Mientras pensaba todo esto, siguió caminando, perdido en sus pensamientos, dejando que el viento se llevara su felicidad, la felicidad que estaba escrita en un papel.
Sólo por temor a caminar caminos desconocidos el hombre perdio su papel.
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