jueves, 20 de enero de 2011

Una historia de papel


En un pequeño mundo de papel vivía ese hombre.
Marcado por la tinta en su piel, las páginas marcaban el transcurso de su vida.

Un día, vio algo en su cielo.
Lo que vio, descendió entre las letras y quemo todo a su paso.

Un penetrante olor inundo su hoja y vio como su reino blanco manchado de negro, se sumía en el caos.

Extraños símbolos se esparcieron por todos lados, y extraños animales, de ojos saltones, mutantes aparecieron de la nada, destruyendo la conexión entre las letras.

Viendo su fortaleza destruida huyo hacia la segunda página. Allí se detuvo a reflexionar un momento.

Creyó primero, que el que había causado todo eso, había sido el creador.
Pero eso era imposible, ¿Porque destruir su obra?
Después de tanto empeño que había puesto, largas horas le llevo moldear ese reino de papel y tinta para echarlo a perder.

Mientras cavilaba en sus teorías, sintió que su mundo se torcía. No es un recurso metafórico, sino que su mundo realmente se doblaba por la mitad, una marca enorme había aparecido en uno de los costados de su bastión y dejo un profundo surco a través de las letras, de sus letras, sus bien amados hijos que ahora yacían impotentes y torcidos.

El terror lo invadió, así que escapo muchas páginas adelante, esperando que el terror desconocido tardara mucho en llegar.

El terror volvió, pero no de la forma en que se esperaba.

Lo primero que escucho fue un torrente.

Después el extraño sonido quedo explicado cuando el agua empezó a invadir todo, el papel absorbía el agua, y ahora sí, las letras no eran derrotadas, sino que eran destruidas.

Los gritos de las letras, de las palabras, de las frases se hacían eco en todo el libro, sin duda su lamento llegaría a las otras páginas, cuando el hombre se marcho, ríos de tinta impregnaron la hoja.

Abatido, llego a pocas páginas del final, los estragos habían llegado hasta aquí, si bien las letras no habían muerto, estaban heridas, estaban borrosas.

Angustiado se quedo el hombrecito, esperando su fin, temeroso de las calamidades que podían generarle su lector descuidado, que habían provocado pánico y destrucción en el libro donde habitaba.

1 comentario:

  1. Increible....sin palabras....Me gusta mucho el punto en que marcas la historia. Somos como el hombrecito del libro....vivimos la vida que alguien nos escribe....nosotros la escribimos.

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